Cuando llegamos a San Mateo hacía
frío, un típico día de invierno, pero cuando la guagua nos dejó en la Cruz de
Tejeda, en vez de sentir el comienzo del invierno sentimos el comienzo de la
primavera, con un cielo azul precioso, el campo desprendía un verde intenso,
que nos animaba a seguir el camino que nos conduce por el barranco Guiniguiada,
con sus distintas denominaciones dependiendo del lugar en el que estemos (La
Mina, Alonso, …).
El paseo como siempre, comienza
con buenas perspectiva, gracias al buen ambiente y compañerismo reinante, charlando
un poco de todo, política, botánica, geología, meteorología, el murmullo del
agua, una veces corriendo por el barranco y otras, la mayoría, canalizadas “gracias”
a las obras de ingeniería hidráulica que recorren nuestra isla.
A medida que nos vamos adentrando
más en el cauce del barranco las piernas comienza a protestar, y la vista cada
vez más tiene que mirar al suelo que a contemplar el paisaje, pero todo el
esfuerzo se ve premiado con la maravilla de la flora canaria, el “Drago del
Barranco Alonso”, colgado del risco contempla a todos los que se acerca a
mirarlo.
¡Hasta la próxima!